Francisco Muñoz Soler (Málaga 1957), poeta con una amplia obra publicada no sólo en España,
también en Cuba, Venezuela, Estados Unidos, México, Perú… me envío su última antología, por
el momento. La incierta superficie. Colección Sur, La Habana-Cuba 2012.
La poesía de Francisco Muñoz Soler es, me parece a mí, poesía de pensamiento, una poesía de
materia filosófica, íntima, inquieta, una poesía de emociones y de dudas, una poesía en la que
el tiempo, su trascurrir, juega un papel importante, una poesía que invita a la reflexión y
en la que se advierten huellas de grandes poetas, fuentes que son necesarias para beber en
ellas y luego escribir poesía, matices de inspiración en una lírica que trata de ahondar en el
misterio vida a través de una incesante búsqueda de respuestas, a través de cuestiones en las
que interroga, a través del paso del tiempo, a través del amor, del hombre, y de la vida.
Un poeta que nos ha dicho: Desorientado con vaivenes de cometa/ aturdido pero íntimamente
consciente/ de que no soy material sin lucidez/ sino un ser humano que busca su realidad. Un
poeta que nos ofrece una obra con ritmo y hondura para hacernos reflexionar sobre la
existencia. Un poeta que, a través de sus poemas, parece pensar que la poesía puede mejorar
el mundo y puede hacernos mejores personas, al menos soñarlo ya es importante.
En las palabras previas a La incierta superficie, tituladas Shangai&Kabul&Francisco, Miladis
Hernández Acosta nos dice: Mostrarse entusiasta por la poesía, la amistad, la palabra, la
solidaridad entre los hombres, ha sido y es su destino. Para Francisco Muñoz Soler parece que
vida y poesía son una misma música, una misma cosa… un ejercicio constante/ un dejarse
llevar y a la vez retener/ las complejas esencias/ de nuestras emociones y sentimientos.
Con una poesía intimista, a veces impactante, reflexiva y metafísica, en sus poemas transita
la esperanza a través del amor, un amor doloroso a veces, pero amor al fin: Duro es errar por
soñar/ pero más duro es errar/ por no haberlo intentado/ duro es errar por soñar/ pero más
duro es no haberlo soñado/ si se ha de perdonar/ es a un enamorado. Navega Francisco
Muñoz Soler por ese río de la poesía con una barca lírica y estética de noble ingenuidad
utópica y de asombro, y una enorme sed de buscarse a sí mismo, de caminar para sentirse
vivo, de soñar y al mismo tiempo, solidarizarse con el hombre y su existir. Un existir único, a
pesar de que a veces se nos muestre como pesadilla y otras como un hermoso sueño.
Me quedo con lo hermoso/ (Nos dice) con la emoción/ de ese acontecer de autónomas/ fibras
internas/ que olvidadas tenía/ y que sólo percibía en otros/ sentirme vivo/ aunque la
intimidad/ no pueda sustraerse/ desabrida sensación/ de desencanto.
Francisco Muñoz Soler trata de vivir, de soñar, de buscarse, y de buscar en lo íntimo y colectivo
Trata de vivir, de navegar por el río de la vida, por el de la poesía restituyendo, restituyéndose,
trata de buscar una respuesta (sobre la muerte, la vida, la sombra la luz… Trata de poner los
ojos en el infinito, trata, como bien dice Miladis Hernández Acosta al final del prólogo de
vencer la incierta superficie (plano subjetivo, zona de la conciencia), del pensamiento … trata
de sentir, pensar, vivir… de ofrecernos, en sus poemas, cargados de desaliento a veces,
un poco de aire y esperanza.