RESEÑA de POÉTICA 2016 – 2020, de FRANCISCO MUÑOZ SOLER

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

            Lo bueno que tiene leer la obra de un autor en plena madurez es que se puede conocer al poeta y al hombre que hay detrás de él. Así, subido a la atalaya de los años, el escritor, la persona, Francisco articula su Poética 2016 – 2020 en cinco libros: Poético es el hallazgo (2017), Sentir primigenio (2018), Purificar la lengua (2019), Romper la percepción automática de los signos (2020) y De repente llegó la oscuridad blanca (2020).

            Esos cinco textos comparten una técnica de prosa poética estructurada en pequeños párrafos/estrofas cargados de densidad, pero si comenzamos por el primero de los cinco libros recién enumerados, lo que observamos es una voluntad de contemplación de la esencia, al más puro estilo platónico, pues para el filósofo ateniense solo se podía acceder a la verdad a través de la contemplación de las ideas sublime e inmortales. Por eso, Muñoz afirma: «la eternidad está en mí» en una voluntad de éxtasis: «Que el éxtasis no sea un sueño, un anhelo, sino la culminación del etéreo camino de la belleza». Salirse de uno mismo para mejor adentrarse en el conocimiento.

Es desde esa posición de observador inmóvil, el poeta genera su propio mundo en sintonía con el precepto del chileno Huidobro cuando reclamaba a los vates que no glosaran la rosa, sino que la crearan, pero sobre todo recuerda mucho la teoría del Primer Motor Inmóvil en la Metafísica aristotélica, pues desde esa pasividad de Dios observador alumbra las realidades más profundas. Es un viaje inmóvil lo que nos propone el autor malagueño, donde detectamos un afán de trascendencia depurada de adjetivos. Por otro lado, fue también Huidobro quien denunció que el adjetivo, cuando no da vida, mata.

La palabra se convierte así en un instrumento de búsqueda, jalonada por los diferentes adjetivos que coronan los poemas: «Alborear», «Observar», «Construir» o «Sentirse», que se bifurca en dos opciones: «Poner rumbo» o «Intentar esclarecer», que es en definitiva la aspiración máxima en este libro de Muñoz Soler.

Tampoco escapan a la poética de nuestro autor las evocaciones del pasado, que aparecen desde el inicio de «Dignidad en resistencia», es decir, una sección independiente dentro de Poético es el hallazgo. Así, la infancia, la madre, las interminables tardes de los veranos en el alborear de la persona o el paraíso de los viajes iniciáticos acuden al conjuro de la poesía de Muñoz Soler, que tampoco elude las atrocidades de nuestros días, como los ataques terroristas, el pánico o la crueldad humana, en general, que se concentra, de manera particular en los asesinatos de poetas y un recuerdo emocionado de Anna Ajmátova. Por ello, considera Muñoz que nos hallamos ante una «vida envilecida en un vivir de tragedia sin sentido. Un naufragio total».

La poesía, pues, tal y como anunciara Gabriel Celaya, se convierte en un arma cargada de futuro, un poderoso instrumento de denuncia social.

El segundo de los libros incluidos en Poética 2016 – 2020 es Sentir primigenio, que se compone a su vez de cuatro secciones, la primera de las cuales lleva precisamente ese título, «Sentir primigenio», donde nuestro autor, gracias a una prosa poética que destaca por su nitidez, aspira a conocer el ritmo de la vida en el alma: un viaje al centro de uno mismo, a esa región evanescente donde se alcanza la esencia del ser humano. Aproximarnos al misterio para nacer en cada instante aceptando el silencio y retoma así Muñoz Soler la elocuencia de silencios que vertebra una de sus obras cenitales, un espacio intangible «donde la música sin sonido permanece», una peregrinación hacia el centro del poeta, del hombre, de Francisco.

Se trata, en definitiva de un afán de levedad, que es como se inicia «Sentir primigenio»: «Qué leves, pero consistentes, son los dictados del alma».

Y aunque sea adelantarnos a lo que viene en Purificar la lengua, no me resisto a traer un breve, pero muy significativo poema relacionado con las ideas que estamos desbrozando en estas líneas. Se titula precisamente «La poesía» y dice así:

La poesía es un espacio de libertad intrínseca de las personas; un factor fundamental en la evolución de la humanidad.

            La poesía no cambia el mundo, pero lo mejora.

Difícilmente conseguiremos definir la poesía con mayor claridad y concisión.

En cuanto al segundo segmento de Sentir primigenio, «Bucle de atonía», dentro de ese itinerario interior que Muñoz ha emprendido, observamos un profundo análisis del paso del tiempo, la vida convertida en un bucle existencial, pues el tiempo se ha erigido en un metrónomo, un cronómetro de silencios, donde los días han quedado grabados en el olvido de la memoria. Pero un bucle, en todo caso, que el autor malagueño aspira a superar, según él mismo declara: «no caer en ese bucle es lo que pretendo».

«Búsqueda de equilibrio» es la tercera parte de Sentir primigenio y lo que de ella emana es el anhelo del poeta para trazar la línea invisible del vuelo de las aves, «el efímero tránsito hacia lo impenetrable», en sus propias palabras, dentro de unos poemas que componen un vigoroso espacio reflexivo con toda la fuerza de la introspección en un «fulgor que se contempla con deseo mientras te reconstruyes», lo cual, una vez más, conecta con el hombre, con Francisco, pues de su biografía personal sabemos que estos versos se escribieron cuando se enfrentaba a una terrible enfermedad que pudo haber tenido fatales consecuencias. Todos nacemos enfermos de tiempo, ahora tan solo hace falta un pulso poético, como es el caso del autor que nos ocupa, que sea capaz de insuflar esencia a la existencia.

Pero Francisco sigue con nosotros y así surge «Hacia la vida», cuarta y última de las secciones que componen Sentir primigenio, donde se proclama «avanzar para vivir» con la esperanza de sentirnos eternos en el amor. Amor y vida en armónica simbiosis como metáfora de lo imperecedero. De ese modo, cuando nos acerquemos al final, lo vivido será la semilla de lo por vivir, según es el deseo más íntimo de Rubén Darío en Cantos de vida y esperanza: «la eterna Vida sus semillas siembra». Dejemos, por lo tanto, que el amor impregne todos y cada uno de los rincones del alma: «caminar con el espíritu abierto al amor y sus consecuencias», en palabras ahora de Muñoz Soler.

Llegamos ya al tercero de los libros contenidos en esta Poética, que lleva el título de Purificar la lengua y se compone de seis segmentos, dedicados cada uno a un anhelo diferente, según enumeramos a continuación:

1.- «Purificar la lengua», donde se glosa la palabra como estilete del espíritu para instaurar la tolerancia y derruir los dogmatismos. Los himnos del alma frente a los panfletos viscerales para encontrar finalmente al ser humano desnudo ante la pureza edénica de su ser, porque solo así conseguiremos ser eternos, lo que, de nuevo, recuerda la teoría de las ideas puras incorruptibles de Platón.

            «Purificar la lengua» constituye, pues, una declaración de intenciones dentro de un intenso proceso de introspección. De ahí que la primera parte de este libro homónimo arranque con esta contundencia: «Entendí que debía perseguir la belleza para encontrar el sentido de mi vida». La lengua con perfiles éticos activos: «Perseguir la lengua, liberarla de significados vacuos y absurdos, que sea pilar y guía en tiempos de brumas y no se disuelva en silencio mudo».

            La lengua como vínculo moral que vertebra al ser humano más que la medula espinal y saca lo mejor de nosotros mismos:

Que las voces se levanten, enciendan horizontes con la lumbre primigenia de las personas, que sea espacio con contenido que purifique vidas contaminadas por dioses, banderas y maldades.

2.- «Aceptar a nuestro ser primigenio» para que el poeta, el hombre, Francisco regrese a su anhelo de contemplar al ser humano despojado de iniquidades, arropado por la pureza, ungido de belleza.

            Ser uno mismo, aquello en lo que nos reconocemos y no el papel que representamos cada día con indecible torpeza. Y, una vez más, el amor se erige en el aliento que insufla la alquimia de la belleza en el alma humana. «Ser, nada más. Y basta» dejó escrito Jorge Guillén y Muñoz Soler parece haber recogido el testigo de tan esenciales palabras. Algo difícil de alcanzar en un mundo mecanizado y estúpido, donde el hombre ha perdido su condición humana e incluso su carácter de ser vivo, convertido en pieza metálica de una maquinaria devastadora. Mas debemos obras como Sísifo y no cejar en el empeño, pues incluso aunque nunca lleguemos a la cima, cada centímetro recorrido iluminará nuestra esencia.

3.- «Quebrar la inercia del relato», que muestra al escritor más reivindicativo. Nos hallamos así ante alguien que eleva su denuncia contra los pusilánimes. Por ello, la declaración de intenciones que mencionábamos a propósito de «Purificar la lengua», evoluciona hacia el rechazo de la historia oficial, los populismos y la violencia de Estado en sociedades alienadas, como la que escandalizó a Lorca en su viaje a Nueva York: seres humanos ahorcados por corbatas, abandonados a su suerte.

            Surge de esa manera la palabra como feroz alegato, «aunque le me cueste la vida dar voz a las huellas de mis pasos», mantiene nuestro autor.

            Todo ello se concreta en la reflexión sobre España y así, cuando mira los muros de la patria nuestra, Muñoz Soler alza la voz en un grito desgarrado para clamar contra la oscuridad de los tiempos oscuros que siguen oscureciendo nuestras vidas cuando regresa «el odio bajo palio», todo lo cual no puede extrañar en alguien que ha convertido al amor en la máxima aspiración del ser humano y se pregunta cómo derrocar a la ínsula totalitaria:

Cómo abrir territorios nuevos donde la palabra contenga todas las sílabas y el sol abrigue todas las ideas.

            Algo hay, desde luego, de la nerudiana Residencia en la Tierra en «Quebrar la inercia del relato».

4.- «Desterrar el sugerido primer sentimiento de culpa» contiene el flanco más existencial del libro que nos ocupa, porque el temor de Dios se ha convertido en la castración moral del ser humano, un lastre para el desarrollo del hombre en plenitud, una justificación obscena de la codicia, las guerras, algo que anula las aspiraciones de trascendencia a que tenemos derecho, como seres racionales que, se supone, que somos. Sin embargo, basta la sencillez de un beso para desmontar todo el andamiaje represor.

5.- «Un desgarrado de silencio como un clamor» es una sección muy breve que, sin embargo, sirve para reivindicar figuras femeninas como Anne Bradstreet, Joséphine Baker, Josefina de la Torre o las bachillera, en general, que cometieron la osadía de querer crecer como personas en un mundo que les había reservado las tareas más intrascendentes. Nuestro autor quiere ser una y todas ellas en «un aullido que haga añicos los cristales que penalizan el ser de todas».

6.- «El devenir de la vida» contiene un canto a la existencia transustanciada en esencia. Por ello, el autor malagueño afirma que su «trabajo es vivir, que no es poco». Sentir que nuestro paso por este valle de lágrimas consiste en mejorarnos como personas, en leer, en escuchar música, en pensar, en escribir, en desarrollar, en definitiva, las facultades del alma, liberada de las tensiones materiales. Es en este punto sublime de su evolución personal donde encontramos al poeta, al hombre, a Francisco, para quien la evocación de la muerte de su padre sirve como impulso para seguir viviendo, sintiendo que cada día se reconoce a sí mismo.

            Romper la percepción automática de los signos se subdivide en cuatro secciones y una coda. A saber:

1.- «Romper la percepción automática de los signos», que muestra la aspiración de Muñoz Soler de arribar a la verdad primera, arropado por la certeza de que solo sabe que no sabe nada. Encontrar, en sus propias palabras, «los primeros balbuceos del nombre de nuestra esencia».

            Para ello, nuestro autor convoca a las mareas, a los vientos y a los ríos, como metáfora milenaria del paso del tiempo, en un afán de pureza, porque la evolución nos ha traído a dioses que amparan las atrocidades humanas, o inventados, directamente, para amparar las brutalidades, la codicia, las guerras, la miseria y la ignorancia: un círculo vicioso que nos corresponde derruir.

            Se trata, en definitiva, de conocer un lenguaje:

Anterior a todos nuestros vocablos, a todas nuestras interacciones, a todas nuestras huellas, cuando todavía nuestros ancestros no habían bajado de los árboles.

                Porque «entonces ya existía el lenguaje unívoco de la vida».

2.- «Construir rizomas de dique éticos» se articula en una serie de infinitivos, como el recién mencionado construir, pero también forjar o crear. Y entonces la poesía se convierte en una «vivificante fuente necesaria para la construcción del pensamiento», dentro del poema «Poiesis», que finaliza con este párrafo/estrofa, que rebosa elocuencia por los cuatro costados:

en lo oscuro de los días, la palabra poética siembra emoción y música en los hechos, los sostiene, da luz al camino de la emancipación de las personas.

3.- «En un doble espacio sustento mi visión del mundo» se compone de un conjunto de poemas en los cuales emerge el deseo de vivir desde la intimidad de la enfermedad:

un canto que anida en acantilados de los que se precipitan lágrimas de piedra que golpean las aguas marinas declarando el dolor de la existencia.

            Una vida que surge al otro lado de la vida en circunstancias que se inscriben en el sistema de coordenadas definido por su enfermedad personal y la pandemia que todavía padecemos. Por eso, el escritor malagueño siente que está fragmentándose en el océano de la nada, oscurecido el ánimo por turbios presagios, pues en este momento de su evolución como persona y como poeta considera que «somos camino y vida en la línea de la guadaña».

4.- «Hombre tierra» manifiesta una voluntad de búsqueda que recuerda la levedad que mencionábamos al inicio de esta reseña y que se plasma en pasajes de singular claridad como el siguiente:

sentir el frescor del mar en mi piel, mientras mi mente descansa, y mi cuerpo cierra sus agujeros, sentirme en blanco al albur de un levitar.

                Mientras que en otros fragmentos nuestro autor parece coquetear con el surrealismo, como cuando anuncia que anhela:

Soñar despierto, andando ligero, en una superficie sin gravedad, con el sonido del silencio del vacío.

            Pero ante todo, «Hombre tierra» declara la voluntad de hallar el camino para encontrarnos a nosotros mismos, lograr «un ser que busca realizarse a través de él mismo».

«Coda» se compone de un solo poema, «En el día de la Epifanía», que se vertebra alrededor del coronavirus apocalíptico, algo que Muñoz Soler desarrollará con mayor amplitud en el último de los libros que componen Poética 2016 – 2020 y que pasamos a comentar a continuación.

            Nos hallamos así ante De repente llegó la oscuridad blanca, cuyo título recuerda el argumento de una de las obras más conocidas de José Saramago, concretamente, Ensayo sobre la ceguera.

            Y una vez que nos internamos en De repente llegó la oscuridad blanca, nos hallamos ante un libro en dos partes, cada una de ellas segmentada internamente.

            «Primera ola» es la sección inicial del libro cuyo análisis estamos empezando y se articula de la siguiente manera:

1.- «De repente llegó la oscuridad blanca» que recorre el espacio interior de nuestro escritor cuando la vida se ha convertido en un bosque sin caminos y, entonces, los poemas de Muñoz Soler nacen del corazón, pero también de las vísceras ante la situación apocalíptica que comenzó en España el 15 de marzo de 2020 y la esperanza se erige así en una especie de consigna de guerra:

Buscar un signo de esperanza a través de la ventana, rodeado de tanto dolor, de amenaza en un presente destruido, en el que el dolor con toda su pureza como un susurro es el rumor de todos.

            Un páramo planetario, cuyo presente sigue vivo en el momento de redactar estas líneas casi dos años después, porque uno de los efectos más perversos de la pandemia por coronavirus es que nos estamos acostumbrando a recordar nuestra vida anterior no con nostalgia sino como una disfunción que debe ser corregida con las actuales restricciones.

            La nieve de las almas, el fuego de la angustia o la oscuridad componen los muros de nuestro mundo desde hace casi dos años, siendo así que el escritor malagueño no oculta su desprecio por unas élites que se valen de la circunstancia para hacerse más élites.

2.- «El miedo surgido de una constelación de fosas» para que la palabra se convierta en un bálsamo benéfico o el refugio después de la catástrofe. En palabras de nuestro autor:

La palabra como refugio y lanzadera que traspase la realidad que me recluye, con la que construir espacios singulares, un camino nuevo para todas mis máscaras.

            Y todo ello aunque el ánimo se nuble con los más turbios augurios, como el miedo la muerte instalados en nuestras vidas con una viscosidad indeseable, pero también la exigencia de que tantas pérdidas no hayan sido en vano.

3.- «No ser sombra sin criterio ni sustancia y el miedo nos haga delegar en la tiranía», porque de la negatividad al negacionismo hay tan solo el vuelo de una sombra. Por eso, frente a la oscuridad que nos rodea, el poeta, el hombre, Francisco aspira a «ser luz que ilumine el asombro en nuestros universos interiores».

            Alcanzamos así la segunda mitad del libro en De repente llegó la oscuridad blanca, escrita durante el otoño de 2020 y se articula en dos secciones, que pasamos a enumerar brevemente:

1.- «Y escampó…, pero su sonrisa fue tan breve», que se erige como una potente denuncia contra a mezquindad humana.

            Descubrimos también en esta sección el deseo del autor de aferrarse a la vida con las pequeñas alegrías que nos permitió el paréntesis entre la primera y la segunda ola de coronavirus, que fue algo así como un espejismo existencial durante el cual la vida consistió en «zigzaguear entre el sol de verano» asistiendo a la belleza de los árboles mecidos por el viento o al calor del sol.

2.- «Lo incierto y el desgarro forma parte del paisaje del ser humano», una especie de canto con todos que cierra Poética 2016 – 2020 y consiste en un profundo lamento por la circunstancia y una firme voluntad de enfrentarse «al desvarío de la estupidez» con la más sencilla y eficaz arma: la introspección, «mirar al interior de nuestros corazones» para «afrontar el necesario esfuerzo que nos haga mejores». Reproduzco íntegramente a continuación el poema «La noche más hermosa», de singular elocuencia dentro de su brevedad:

En este solsticio de invierno cercano a la noche en que la oscuridad es concentración de luz, cuando canta el gallo, resplandecerá en lo más profundo de la humanidad un indicio de esperanza en un mañana de todos que sea un nosotros.

            Esperemos que así sea y el 2022 sea capaz de sacar lo mejor de cada cual.

CONCLUSIONES

            De todos los temas que milenariamente han poblado las páginas de los poetas (amor, vejez, muerte, desamor, dolor de ausencia, paso del tiempo), Muñoz Soler elige el que quizá sea el más lírico de todos: la intimidad de la persona, un hombre desnudo ante su palabra. Sus versos apuntan al corazón del alma humana y sus poemas de amor son un canto a la naturaleza del amor por sí misma. Un intenso ejercicio de introspección, donde nuestro autor se convierte en portavoz de un hombre y de todos.

            Y opta para ello por una poesía que sobre párrafos/estrofas de profundo lirismo, lo que, una vez más, debe excitar nuestra desconfianza hacia los géneros literarios académicamente etiquetados, y aunque en alguna ocasión hemos detectado ciertos requiebros al surrealismo, lo cierto es que la nitidez permea de manera abrumadora en estas estrofas/párrafos.

Poeta es quien escribe traspasado por un aliento poético con independencia del soporte gráfico que utilice y eso lo demuestra de sobra nuestro autor en todas y cada de las páginas que componen los cinco libros de Poética 2016 – 2020: una poética es un manifiesto estético, algo que recorrió el mundo occidental como un huracán durante el primer tercio del siglo XX gracias a las vanguardias y todos sus -ismos asociados. Muñoz Soler, en cambio, no explicita sus intuiciones, sino que nos muestra la poesía tal y como él la entiende en busca de un lector sensible y atento.

            Ahora bien, esa voluntad lírica goza también de un flanco social, pues de la unión del verso y la circunstancia nace un libro de carne y hueso como el que ahora nos ocupa. Y así, el poeta Francisco, que es también el hombre Francisco, emerge con un grito que clama por la integridad personal y se revuelve contra las tentaciones del totalitarismo, demasiado obscenas durante la pandemia que venimos padeciendo desde hace casi dos años.

Francisco Javier Rodríguez Barranco

Málaga, 28 de diciembre de 2021

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

FRANCISCO MUÑOZ SOLER

Poeta español con una amplia obra publicada en países como España, Portugal, Italia, México, Suecia, Estados Unidos, India, Cuba, Turquía, Perú, El Salvador, Venezuela, Honduras, ha sido traducido al inglés, sueco, francés, portugués, italiano, ruso, turco, árabe, griego, rumano, macedonio, uzbeko, búlgaro, asamés, bengalí y chino.

Críticas Literarias

Viajes Literarios

Otras Páginas