Requiere tiempo leer a Francisco Muñoz Soler. Tiempo reflexivo. Es un río calmado que
contiene brazos e isletas. Un río que se oculta y emerge en profundidades de pensamiento
e interioridades. Que ama la humanidad y a veces la detesta. No en vano cree en Paul Celan
o María Zambrano, Baudelaire o Nietzsche.
Todo lo humano le interesa y lo constata desde su fértil soledad creadora. Aquí el lector
encontrará claves de imantación para entender ese magnético territorio de su poética. Sfu
obra es larga y, fiel a sus principios, río de abierto recorrido pero hay que detenerse en sus
meandros, en los remansos profundos donde el agua se empapa mejor de sedimentos y es
honda y cautelosa. Es un barro que piensa. Una luz que discurre. Un silencio que fluye, unas
veces nocturno y otras veces diurno entre intensidades.
Una lúcida desesperación se adentra en muchas páginas. Un mundo que el poeta no acaba de
comprender. Sus poemas en prosa parten de la tradición que nos legaron los simbolistas y
Baudelaire pero con su propio estilo, voz y sello. Esa búsqueda de libertad que funde en la
palabra la idea de fundación y fundición. Regresar al subsuelo hasta alzarse desde la raíz a
contemplar su tiempo, defenderlo, habitarlo.
Leer a Francisco Muñoz Soler, es toda una lección de ética y estética, de filosofía y poesía,
de principios… Sin finales. Un río que no tiene prisa en busca un mar y diluirse. Una voz que
nos hace sentir y meditar. Gracias poeta, por el legado.