Francisco Muñoz Soler, convocó a un perfomance el martes 16 de marzo de 2015 en el
Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica, protagonizado por la bailarina Lucia Jarquín;
y a una lectura de sus versos, realizadas por Javier Espinoza y por él mismo.
Francisco Muñoz Soler presentó sus Poemas Selectos (Tijuana 2014), más de un centenar de
textos epigramistas, muy próximos a la prosa. Es decir, inscritos en la definición tradicional
que concibe el epigrama como <<pensamiento de cualquier género expresado con brevedad
y agudeza>>. No como arma amorosa y política, según ese renovador del género que ha sido
de la lengua española, desde los años 50 Ernesto Cardenal.
Directo y destellante, el verso libre de Muñoz Soler asedia temas comunes de la poesía de
todos los tiempos; la preocupación existencial, la misión del poeta, la temporalidad, el carpe
diem, entre otros, más la rebelión contra los códigos del poder, el futuro bienestar de la
humanidad y el ansía metafísica. De ahí su convicción: <<Buscamos sin cesar el espacio/ donde
hallar a Dios/ antes de convertirnos en cenizas/ de los campos de la nada>>.
Muñoz Soler increpa a la muerte y proclama la vida. <<Poque es breve/ cruel, terrible e
inclemente/ la vida que nos toca vivir/ debemos aferrarnos a ella/ para que en el día de
nuestra propia muerte, / sepamos que al menos/ tuvimos la dignidad de querer vivirla>>.
Él opta por los apasionantes sueños, evita el desamparo, a pesar de la áspera tristeza que
ahonda su alma. Le preocupa la muerte diaria en el planeta por causas evitables, de veintiséis
mil niños. Considera la homofobia <<una lacra que ataca a los cretinos>>. Confiesa que un
ángel negro entró en él para atormentarlo, atravesando con sus alas de fuego <<Lo más íntimo
lo imperecedero>>
Ha leído a Octavio Paz, a Allen Ginsberg y a Reynaldo Arenas; o sea a tres poetas de América,
continente que no le ha sido ajeno. En efecto, diez de sus dieciséis poemarios se han editado
en la Florida (La claridad asombrosa), Cuba (La incierta superficie), México (Restauración y La
voz del pensamiento), Perú (Áspero tránsito, Lluvia ácida y Una flor erguida), Venezuela
(Prehistoria poética y La densa corporeidad de mi memoria), El Salvador (En tiempo de
prodigios).
Muñoz Soler ofrece sus mejores poemas, casi todos reflexivos y traducidos al inglés con la
certeza de la incertidumbre y signado por la luz dorada, primaveral de Málaga; por la muerte
absurda y fulminante; por el beso espontáneo y profundo de su padre; por el dolor, el llanto
y la tristeza de su hijo, por la naturaleza de paz interior y su imploración a Dios; por la
fugacidad de nuestras vidas y su digna aspiración de ser rey <<de un minúsculo, pero
espléndido fulgor>>.